Para los que recordamos el cancionero de Los Olimareños tenemos muy presente “cielo del 69”, aquella canción que describía la situación política previo a la dictadura y que a Braulio, le costó cárcel en Argentina previo al exilio en España. En la primera estrofa describe de forma fantástica el clima social del momento, “con el arriba nervioso y el abajo que se mueve”. Una joyita con rima consonante del canto popular uruguayo.
El lector se preguntará el porqué de la cita. Hace unas semanas conocimos dos mediciones que nos llaman poderosamente la atención y provocan que se enciendan las alarmas para quienes miramos con preocupación la situación política nacional, regional y mundial -porque no-. Por un lado el ranking de confianza en las instituciones realizado por la consultora Factum y por otro los resultados del Latinobarómetro 2016.
El estudio de Factum indaga a la ciudadanía mediante encuesta la confianza que tiene respecto a una lista finita de instituciones, publicas y privadas. Solo los Bancos obtienen una confianza que ellos definen como “optima”. Preocupa de sobremanera la caída de la confianza en el Poder Judicial, el Parlamento y los Partidos Políticos. Estos últimos de forma más acentuada.
GRAFICO 1 FACTUM
El Latinobarómetro que indaga entre otras cosas sobre la democracia en el continente, viene midiendo distintas variables desde 1995. El dato más alarmante de esta publicación radica en la caída en el apoyo al sistema democrático, se trata del registro más bajo en 21 años. Solo 68% de los uruguayos afirma que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”.
GRAFICO 2 LATINOBARÓMETRO
La tendencia de apoyo al sistema democrático es a la baja con picos de crecimiento en períodos electorales, es decir que los uruguayos apoyamos más a la democracia cuando hay elecciones y los cuatro años siguientes nuestro apoyo va decayendo. Agreguemos a la lectura que confiamos menos en los Partidos Políticos que en cualquier otra institución, cuando estos son el vehículo por excelencia de representación de demandas en la sociedad.
Cuando desde Uruguay ATP decidimos dar una mirada a las instituciones políticas subnacionales teníamos como horizonte que la apertura de información y nuestra contribución a la transparencia aportaban a la mejora de la calidad de nuestra democracia, en el entendido que esta se construye desde lo micro, desde la comunidad más chica, más próxima, hacia arriba.
Nos encontramos, con sorpresa, que a muy pocos ciudadanos realmente les interesa que hacen sus ediles o en que se gastan los recursos que generamos y aportamos a través de los impuestos. La clave está en entender por qué suceden estos fenómenos. ¿Qué factores intervienen para que interese más una noticia de hechos de corrupción, violencia o delitos vinculados a ediles y no su trabajo en nuestras Juntas Departamentales?
Probablemente la respuesta a la pregunta anterior se responda con las mediciones que compartimos en esta columna. Queda pendiente y es de recibo una investigación sobre la confianza de la ciudadanía en sus órganos de representación más cercanos, como los Municipios, las Juntas Departamentales o las Intendencias. Lo que es imperioso para la democracia es trabajar desde abajo, con las comunidades.
El Uruguay tiene problemas, claro que sí; pero vivimos en una extraña calma que antecede a la tormenta, si el abajo no se mueve, el arriba no está nervioso. Si bien los datos aportados preocupan a muchos políticos no vemos mensajes claros buscando confianza. La democracia no es solamente una palabra compuesta, es ante todo libertad y esta se construye teniendo en cuenta al pueblo, al de abajo. Al que cuando se mueve provoca que el de arriba se ponga nervioso.
